Treinta años de soledad y traición. Camille Claudel, es sin duda una de las más extraordinarias artistas de su época. Amante, musa, y colaboradora incansable de Rodin. Lo que no anuló su genialidad como escultora, aun teniendo que ser sombra de alguien a quien superaba, acabó de manera incomprensible, abandonada en un psiquiátrico, conversando treinta años con sus demonios, treinta años con sus sueños, y sobre todo, intentando durante treinta años, comprender cual debe ser la ubicación precisa, dentro de la genialidad de una (artista), imbuida en una época sociocultural adversa a cualquier manifestación artística hecha a través de las manos de una mujer.
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